Buenas tardes,
La fuerza mental, la motivación y la cohesión del equipo juegan también un papel fundamental en la victoria o en la derrota.
A lo largo de un partido, existen momentos concretos en los que es necesario disponer de esa fortaleza que nos permita superar una situación adversa o complicada.
A continuación os enumero algunas de esas situaciones (no todas, para que quede más claro el mensaje) y de forma muy escueta y resumida cómo podemos identificarlas y superarlas. Se trata de un resumen extraído del libro citado al final. La parte psicológica es tan importante como todos los demás aspectos del juego, y la hemos sufrido en su parte negativa en recientes jornadas. Parecen reflexiones obvias pero con el partido en juego, lo primero que hacemos es desconectar la cabeza, y sin embargo, en ella está la clave de todo. Las propuestas no tienen por qué adaptarse a la personalidad de cada jugador, unos las pueden ver de utilidad y otros absurdas. Lo importante es que asumamos que a lo largo del partido se producen estas u otras situaciones (por ejemplo, frustración por malas acciones, desesperación por no participar en la jugada, decisiones arbitrales, pique con el contrario...), y qué influyen en nuestro rendimiento. Y a partir de este reconocimiento, cada uno y de acuerdo a su personalidad intente establecer una estrategia para que su rendimiento individual y su aportación al equipo no se vea mermado por un motivo que no es ni físico, ni técnico, ni táctico,...sino única y exclusivamente mental. Espero que os sea de utilidad.
- En los primeros minutos de la primera y segunda partes, las
posibilidades de cometer
fallos son mayores. Debes saltar al campo con el nivel de activación adecuado, y éste varía de un jugador a otro. Si no eres capaz de regular la presión y tu nivel de activación es demasiado alto cuando el árbitro da el pitido inicial, debes ser consciente de ello y actuar en consecuencia –debes hacer jugadas sencillas y no complicadas (asegurar los pases, regatear menos y no arriesgar)–. Debes hacer un gran desgaste físico y al mismo tiempo respirar hondo varias veces, decirte unas cuantas palabras de ánimo y poco a poco, a medida que vaya disminuyendo la tensión, ir recuperando tu juego habitual.
Cuando eres consciente de la influencia del estrés al principio del partido, es tu obligación tratar de ayudar también a los otros jugadores. Procura tranquilizarlos y pídeles que jueguen con sencillez y
confianza.
– En los últimos minutos de la
primera y segunda partes, el agotamiento y la presión dañan tu concentración y
aumentan las posibilidades de cometer fallos. Cuando puedas, respira hondo varias veces, convierte cualquier pensamiento que acuda a tu mente en una idea motivadora que te ayude a seguir adelante e ignora lo que ocurra a tu alrededor.
– El descanso es importante para
descansar. Aprovecha el descanso para hacer también preparación mental.
- Tómate un par de minutos de descanso físico y mental.
- Cierra los ojos y respira hondo.
- Concéntrate en tu respiración y por unos minutos limpia la mente de pensamientos.
Comprueba qué fue lo que te funcionó y lo que no. Piensa cómo puedes mejorar tu actuación en la
segunda parte.
Dos minutos antes de volver a salir al campo:
- Vuelve a cerrar los ojos.
- Respira hondo varias veces.
- Visualiza posibles situaciones de juego que puedan darse en la segunda parte.
Esta preparación mental aumentará tu autoconfianza y la fe en tu habilidad, y regulará tu nivel de
activación.
– Los minutos después de marcar un gol son minutos de pérdida de concentración y de fallos. Recupera de forma inmediata la concentración y ayuda a que tus compañeros también lo hagan. Respira hondo varias veces, háblate a ti mismo, recuperando rápidamente tu control emocional. Si observas que tus compañeros no lo han hecho, trata de parar el juego (balón fuera, falta,..), con el fin de darles más tiempo para que se tranquilicen.
- Igualmente sucede al encajar un gol. Pero ahora los sentimientos son contrarios: frustración, rabia, tristeza,..que pueden derivar en una total falta de concentración y provocar fallos que deriven en otro gol. Procura animarte y tranquiliza a los jugadores que tengas cerca por el gol: “Vamos a luchar más y a remontar”.Es importante conservar la autoconfianza, la fe en la capacidad del equipo y en la de uno mismo para remontar un marcador adverso y ganar el partido. Si notas falta de confianza o concentración en tí mismo u otro compañero, trata de parar el partido.
– Los fallos son parte del juego, y
no hay jugador que no los cometa. El objetivo más importante después de cometer un fallo es olvidarse de él lo antes posible,sin perder la concentración, la autoconfianza y la fe en nuestra habilidad. Cuando cometas un fallo, asúmelo de inmediato y reconócelo: “Fallo mío”. Luego respira hondo y anímate: “Olvídalo, venga, tú puedes…”, etc.
Cuando un compañero de equipo cometa un fallo (no importa lo grave que sea ni su resultado), debes tratar de olvidarlo y volver al partido rindiendo al máximo. Como jugador que eres, cuando alguien de tu equipo cometa un fallo, respira hondo, controla tus sentimientos (evita gritarle), y procura ser positivo. No montes una escenita para el público o el banquillo. Si el jugador está lejos de ti, hazle una señal de ánimo; y si está a tu lado, dale ánimos, olvidad juntos el fallo y seguid adelante.
En un buen equipo, los jugadores saben reconocer sus propios fallos y los de sus compañeros y seguir jugando sin perjudicar el juego del equipo, ni la concentración, ni la autoconfianza ni la fe en la habilidad personal y del equipo.
Por supuesto, al jugador que ha cometido un fallo debe hacérsele responsable de él y, desde luego, debe servirle de aprendizaje, pero eso hay que hacerlo en el descanso o después del partido.
– Aprovecha el pequeño parón que se
produce en el partido mientras atienden a un jugador lesionado para “inyectar”
ánimo mental.
– La expulsión de un compañero puede
producir un daño que vaya más allá de su mera ausencia del partido.
La pérdida de concentración puede llevar a la derrota. Aprende a regular la ira
y las emociones y aprende a transformar la pérdida de un jugador en fuente de
mayor motivación. Respira hondo un par de veces, controla las emociones y los pensamientos y sigue adelante con fuerza. Si hay otros jugadores a tu lado, tranquilízalos, anímalos y háblales:“Venga, vamos a demostrarles que incluso con diez les ganamos”, etc.
– La expulsión de un jugador rival no
te proporciona automáticamente ventaja. Esto sólo lo lograrás trabajando
duro y aumentando la motivación de todo el equipo. No puedes caer en la trampa de confiarte demasiado: “¡A diez seguro que les ganamos!”. Aprovecha el tiempo que tarda el jugador en salir del campo para ajustar tus sentimientos y para aumentar la intensidad del juego cuando éste se reanude. Habla con los jugadores que tengas cerca y súbeles la motivación. ¿Tenéis ventaja numérica, pero si el equipo no trabaja duro perderéis esa ventaja!
– Aprende a aprovechar una lesión
para recuperarte y reforzarte mentalmente. Controla las emociones. Cuando
te reincorpores al partido serás más fuerte y tendrás un control total. No
arriesgues tu futuro empeorando la lesión. En resumen, un jugador lesionado y
dolorido puede causarle a su equipo un daño mayor que la ayuda que puede
suponer su presencia en el campo.
Extracto del libro 'Tratado general de fútbol' (Cartoné), publicado en Revista FT, 2009